Una vez consintió el conductor, Schumacher se puso al volante y quemó toda la carbonilla de los cilindros del taxi. Se puso a conducir “a su manera”, según cuenta el propio taxista “hacía adelantamientos increíbles y rodó a toda velocidad en las curvas”. Imaginándonos la prisa que tendría, nos imaginamos a qué ritmo condujo. Cómo no, llegó a tiempo a coger su vuelo, y el taxista recibió una gratificación. Esta información del diario Abendzeitung ha sido confirmada por la agencia alemana de informaciones deportivas SID por Sabine Kehm (portavoz de Schumacher). No es la primera vez que lo hace, existe un precedenteY no hay mal que por bien no venga: Si el taxista empezaba a preocuparse por la posibilidad de sufrir una fuerte multa por parte de las autoridades, otras llamadas están provocándole más alegría. Más de diez personas se han interesado por comprarle a Tuncer Yilmaz su monovolumen Opel; la oferta más alta ya va por 63.000 euros, y seguro que seguirá subiendo


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